Criar una familia
¿Quién no lo ha pensado alguna vez? ¿Campo o ciudad? Cuando tienes niños, te apetece criarlos en un entorno seguro, confortable y divertido. Nuestras ciudades tienen muy poco de divertido, y casi nada de confortable y seguro. Mucho coche, mucho cemento, poco verde, nada de arena para ensuciarse las manos. Quizá cuando vives en una ciudad idealizas el campo y te olvidas de lo hipócrita que puede llegar a ser la vida en un lugar donde todos los vecinos se conocen y el cotilleo se eleva a la máxima expresión. A pesar de ello, me encantaría vivir en una casa con jardín y árboles frutales. Con un perro y quizá también una tortuga. Yo me crié en una casa así hasta los seis años y guardo unos magníficos recuerdos. En septiembre, cazaba saltamontes que luego liberaba del tarro de cristal con agujeros en la tapa. Cada primavera, cuidaba con todas mis esperanzas de los pajaritos que se caían de sus nidos, aunque invariablemente morían a pesar del calor del flexo y de las migas de pan con leche que le daba una a una. En el mundo de los pájaros, una madre es insustituible. Un año, mi padre acondicionó un bidón donde metimos a un erizo herido, que cuidamos un par de días hasta que se recuperó. Me acuerdo de Roseta, la tortuga, que me mordía el dedo cuando le daba lechuga. Y, como no, de Templat, el seter irlandés que daba los lametones más grandes del mundo. Y cuando pienso en mi infancia, todavía me acuerdo del pequeño y guapísimo Yorkshire que apareció en nuestra puerta porque se había perdido y que tuvimos que devolver al encontrar a sus legítimos dueños. Aprendí mucho con cada una de estas experiencias, a pesar de que se me partió el corazón con la muerte de cada pajarito, que enterrábamos en el jardín, y cuando devolvimos aquel precioso Yorkshire (que en realidad quería quedarme). La ciudad tiene obviamente sus cosas positivas, pero no sé si tantas. Además, no se puede jugar sobre la hierba sin correr el riesgo de mancharte con caca de perro. Si os tocara la lotería, ¿cuál sería vuestro sitio ideal para vivir?
En las imágenes, la playa de Barcelona, una ciudad muy dura para los bebés y sus mamás (imposible coger el metro si vas con silla de paseo), y el pueblo de mis suegros, donde creció mi marido y de donde guarda hermosos recuerdos fruto del frecuente contacto con el bosque.

PUffff…… Qué complicado!! Nosotros lo hemos hablado muchas veces y pensamos que sería genial vivir en una casa con jardín, pero no muy lejos de la ciudad… Pero luego nos planteamos que cuando Álvaro crezca, dependería totalmente del coche para moverse (es decir, de que sus padres le lleven en coche) y sería un coñazo tanto para nosotros como para él. Otro sueño que tenemos es comprarnos una casita en la montaña, no muy lejos de nuestra ciudad, e ir a pasar allí las vacaciones del niño. Mi marido podría ir y venir a la ciudad a trabajar (tampoco estaría tan lejos) y el resto del tiempo lo disfrutaríamos en el campo juntos. Esta última idea no nos parece tan lejana, ya veremos…..
¡Qué recuerdos más bonitos, Gessamí! Yo creo que sin duda, el mejor sitio para un niño es el campo, pero de momento en nuestro caso no lo veo para algo permanente. De todas formas nosotros tenemos una cabaña pasiega en un lugar remoto de Cantabria, a donde no llegan los coches hasta la puerta (hay que ir a pie 20 minutos o en 4×4), sin luz ni agua… Parece una locura, pero el sitio es precioso, y es perfecto para desconectar. Esta primavera y verano hemos ido muchisimo con Ian a pasar el día, y creo que cuando sea un poco más mayor se lo va a pasar en grande.
Ana, como envidio las vacaciones de los profesores. Sin duda seria una buenisima idea pasar un verano en una casa de campo.
Yo cada vez tengo más claro que soy de ciudad… solemos estar mucho en el pueblo de Javi, que son 50 habitantes y no tiene ni un bar, y para vivir allí, yo no valgo… pasar fines de semana, semana santa, etc, vale… pero vivir allí yo no podría… Tienes razón en lo del cotilleo, Gessamí, porque como dice Javi, al vivir todos tan en contacto, todo se magnifica, yo me asombro de las vueltas y revueltas que dan a lo que hace cualquiera del pueblo.. me asombro y me echa para atrás…Así que lo siento por Martina, pero si su madre no es feliz allí, tampoco creo que lo sea ella, por muy sano y seguro que sea el ambiente…
Tampoco quiero una megaciudad, que efectivamente son muy duras para todos, niños y mayores… en realidad yo en Bilbao estoy encantada, me parece que tiene unas dimensiones abarcables… y rizando el rizo, tener una casita para escapadas de fines de semana y similar… que tampoco esté demasiado lejos, para no perder tiempo en trayectos… en definitiva, un imposible..;-)))) cuando inventarán el teletransporte…
jajaja, lo queremos todo! yo también soy más urbanita y el tema de depender para cualquier cosa del coche me echa para atrás. Pero mis mejores recuerdos de la infancia son del pueblo de mi padre, una aldea de Burgos en la que mis abuelos tenían gallinero, huerta, un jardín con árboles frutales, y yo ayudaba a sembrar a mi abuelo, a recoger patatas, a alimentar a los corderitos, a los conejos y a los pavos (que miedo me daban!). Cazaba mariposas, cogía caracoles después de llover…bueno, que me lanzo y no paro…
Hola! Leo tu blog muy seguido desde que tenía 8 meses de embarazo y ahora que mi bebé tiene 3 meses sigo haciéndolo. Te felicito y gracias por tus comentarios y consejos!
Me animo a escribir porque el tema del que hablas me toca directamente. Vivo en un pueblo pequeño muy cerca de Bilbao. Tenemos la tranquilidad, el mirar por la ventana y ver los montes y las ovejas pastar, los paseos con aire puro cerca del río y eso lo agradezco para mi hijo. Yo misma crecí en una casa con jardín cerca de una ciudad grande y mis recuerdos son maravillosos. Pero después me volví urbanita por aquello de la universidad y el trabajo y ahora que vivo aquí, tengo la mezcla de los dos. Pero tiene realmente sus pros y contras. Lo del cotilleo es muy cierto, todo el mundo termina enterándose de todo y metiéndose en todo así que extraño mucho el cierto anonimato que te da la ciudad. La gente vive a veces demasiado ensimismada en su vida del pueblo y pareciera que no hay nada más. Cada vez que puedo me escapo con mi chiquitín a Bilbao, que a mi modo de ver es una muy buena ciudad para tener niños. Me encantaría que mi hijo pueda disfrutar de mayor de todas las cosas positivas de Bilbao, la oferta cultural, el ambiente festivo…. En fin… que vivo en el campo y extraño ciertas cosas de la ciudad… Todo no se puede!
¡Hola, Sil! Gracias por contarnos tu experiencia y por dejarme con envidia y con esperanza a partes iguales al saber que das paseos cerca de un río y que respiras aire puro, ¡todo ello cerca de Bilbao! 😉 La verdad es que de entre las ciudades que conozco, Bilbao me parece la mejor para criar, aunque cuando son tan bebés, poca oferta tienen, pero todo se andará… Por cierto, ¿te animarás a conocernos en la próxima quedada? ¡Espero que sí! Además, será una buena excusa para desplazarte hasta aquí con tu pequeñín. ¡Un besazo a los dos!
Yo también soy muy de ciudad, y siempre he pensado en vivir cuanto más en el centro y en el barullo, mejor. Me gusta el anonimato, que nadie extraño sepa de quién soy – expresión muy de pueblo-, o si la semana pasada pasé la gripe.
Siempre me han gustado, los cines, los museos, los grandes supermercados, y las calles llenas de tiendas.
Ahora bien, desde que soy ama y profesora de secundaria, cada día me inquieta más la educación de Erik en la ciudad.
Aunque suene a topicazo, es verdad que los tiempos han cambiado mucho desde que estudié yo y la verdad es que, en general, los niños que se crían en zonas rurales suelen estar menos contaminados y mantienen durante más tiempo la inocencia y el respeto hacia los demás. Al menos, esto es lo que yo he vivido. No sé, Ana, si estarás de acuerdo conmigo.
Eso sí, Amaia, lo de la cabañita para momentos de desconexión me parece todo un lujo. Qué suerte. Seguro que Ian estará feliz. Y sí, nuestras vacaciones son lo mejor del trabajo, aunque dependiendo de los grupos que te toquen, pueden ser muuuuuuuuuuuuuy necesarias 🙂
Gran tema Gessamí! Yo tambien era muy urbanita, enamoradísima de mi ciudad, Barcelona, de la que todo me parecía estupendo…. hasta que me trasladé a Bilbao y llegó Martí! El tamaño de Bilbao es ideal y la calidad de vida de toda la familia se ha multiplicado por mil. Vivir en el campo en un pueblo pequeñito? Yo creo que ahora mismo no podría aunque vista mi experiencia, no lo descarto!
Ay, Mónica, no sé qué decirte! Hay pueblos y pueblos…. El año pasado estuve en un pueblo, no muy lejos de Valladolid (a 15 km) en el que no me gustaba nada el ambiente que había….. Muchos problemas entre familias (éste me dijo y el otro me miró hace 30 años…) que se trasnmitían a los chavales. Además eran muy maleducados, no sabían hablar bajo, sólo sabían gritar. Luego eran muy buenos chicos y no trabajaban mal, pero como en casa lo único que veían era gritos y tacos, pues es lo que hacían en clase….. Este año, en cambio, estoy en un instituto de Valladolid y la verdad es que estoy encantada con los alumnos que tengo. Son de familias humildes, pero son taaaan educados…. Da gusto dar clase con ellos! Así que el tema del medio rural, medio urbano yo creo que es un poco complicado. Lo que es seguro es que con madres tan majas como vosotras vuestros hijos sólo pueden salir bien 😉
Claro, claro, Ana, tienes toda la razón: Hay pueblos y pueblos. 15 km de Valladolid es demasiado próximo a la ciudad, jeje, (Es una broma).
Lo que ocurre aquí, en el País Vasco, es que tenemos casi tantos centros públicos como concertados, de tal forma que los centros públicos a menudo acogen a demasiados chavales en riesgo de exclusión social (inmigrantes, gitanos…) y terminan formándose guetos. La cosa no está de nada repartida.
Como en los centros concertados se pagan cuotas bajas, muchas de las familias de clase media matriculan a sus hijos en centros concertados y por ello cada vez a más diferencias. ¿La culpa? El desastre de política educativa que tenemos. Pero vamos, que ese es otro tema…