Opiniones ajenas
Siguiendo con el tema del último post de comentarios y consejos recibidos, sin ser reclamados, os voy a explicar las cuatro perlas que he me han soltado a lo largo de estos seis meses:
Un día salí de casa con la pequeña de mes y medio y, cuando todavía no había dado la vuelta a la manzana del edificio, la niña empezó a berrear. Iba en su antigua silla, todavía en el cuco, pero no le gustaba ir tumbada y me coloqué la mochila portabebés para ponerla dentro, pegadita a mi pecho. Una señora vio mis maniobras con las tiras de la mochila, cogiendo al bebé y colocándolo y cuando llegó a mi altura me miró y me gritó: «¡La vas a matar!». Me quedé estupefacta. No sé que me sorprendió más, si su grito o su mirada de intensa reprobación. A pesar de creer que aquella señora estaba completamente chalada y que seguramente tomaba medicación por prescripción médica, decidí contestarle por si acaso me equivocaba y era una mujer cuerda que se creía estupenda. «Señora», empecé con tono sereno y calmado, «es mi hija y, por tanto, por supuesto que no la voy a matar». Eso dijeron mis labios. Pero de mis ojos brotaba la siguiente frase: «Bruja maleducada, me cago en tu sombra y en tu corte de pelo pasado de moda».
Second round: Uno de los comentarios que más me ha dolido vino de la mano de una mamá bloguera. Se trata de una ferviente defensora de la crianza natural. Cuando Emma no quería dormirse, la dejé llorar tres noches y escribí mi experiencia aquí. Tras leer el post, me escribió un email para indicarme muy amablemente que dejar llorar a los bebés no es la solución y que, si aún así esa era mi opción, que debía informarme bien de las consecuencias para el bebé (mentales, emocionales, etc.). No sé que me molestó más, si su tono tan amable para colarme tremendo consejo o su arrogancia para decidir qué está bien y qué está mal.
Hace cuatro semanas, cuando Emma cumplió los cinco meses, la niña se pasaba el día al pecho y nunca quedaba saciada. Tenía la sensación de que ella ya necesitaba comer sólidos. Mi padre, que nunca ha tenido leche en sus pechos ni ha dado de mamar, se convirtió entonces en el más ferviente defensor de la lactancia materna y estuvo varios días repitiéndome que con lo bien que crecía la niña (nueve quilos), que no le hacía falta nada más. Que siguiera sólo con teta un mes más, como me indicó la pediatra anteriormente. Claro que mi padre no se despertaba cada hora todas las noches para dar el pecho a su nieta.
La última perla la encontré hace poco, cuando entré en una herboristería para ver qué potitos y cereales procedentes de agricultura ecológica vendían. Cuando le expliqué a la dueña que estaba introduciéndole los sólidos a mi bebé, ésta me dijo toda ufana que era demasiado pronto, que los bebés están listos para comer cuando les sale su primer diente. Que los dientes son signo de maduración del aparato digestivo. Ante su insistencia, le indiqué que a mi prima mayor le salieron los dos primeros dientes a los dos meses de edad y que no creía que fuera bueno introducir los sólidos tan pronto. Ella me respondió: «Bueno, si su estómago ya estaba preparado ¿por qué no?». En ese momento de la conversación, consideré que había llegado el momento de poner fin a aquel diálogo de besugos. Compré compota de manzana y me fui.
¡Ah! La verdad es que mi padre me regala grandes frases, así que no puedo guardarme estas dos que tanta gracia me hicieron. En mayo, me confesó que había tenido dudas sobre mi capacidad para amamantar a Emma debido al escaso tamaño de mis pechos, pero que ahora estaba convencido de que el tamaño de las tetas no importa. Su equivocada idea provenía del arquetípico personaje de las didas, todas ellas muy pechugonas tanto en el cine como en la literatura. Por otra parte, un día, cuando estábamos en la mesa comiendo juntos, mientras me veía arramblar con la comida me dijo muy serio: «Gessamí, entiendo que no pierdas peso, pero lo que no entiendo es cómo no engordas». He de reconocer que en ese asunto no le faltaba razón.
En la foto, el faro de Favaritx (Menorca), envuelto por un paisaje volcánico o lunático que me hace imaginar otros mundos.

Creo que ya lo he dicho alguna vez, pero sin duda alguna, lo que peor llevo de la maternidad es el juicio popular al que se te somete como madre. Es que es la pera! La gente da consejos gratuitamente, creyendo además que sus niños duermen bien (con 2 meses) o comen bien, por lo buenas madres que son y que si el tuyo duerme o come mal, es porque lo haces como el culo (hablando mal….). Odio a los talibanes de la maternidad….
Uy, cómo me gusta el término talibanes de la maternidad. Creo que es la definición exacta de la mamá bloguera de la que hablaba… Y estoy completamente de acuerdo contigo, ¿qué mérito tengo de que Emma coma bien? Ninguno. ¿Qué culpa tengo de que a Emma le cueste conciliar el sueño sola? Ninguna (o eso creo yo). Muas!!!!
No, no lo creas..Estás en lo cierto!! Creo que los niños duermen bien o mal y comen bien o mal porque sí, no porque nosotros hayamos hecho nada especial (a estas edades, claro). Pero ayer hablaste de algo que es muy importante: que Emma sonríe mucho. Yo eso es de lo único que me considero responsable (y orgullosa). De que mi hijo sonríe mucho! (lo que yo traduzco como que es feliz verdad?).
Y tras estos meses de maternidad, me he dado cuenta de que lo único realmente importante que le podemos dar a nuestros hijos es nuestro amor, que se sientan queridos, felices y cuidados. ¿Lo demás? Ya irá saliendo…
Ja ja ja… me ha encantado la primera, sobre todo su referencia a tu corte de pelo!!! desde luego la señora no parece muy normal, pero yo también he comentado aquí alguna vez que odio que todo el mundo se dedique a opinar y juzgar todo lo que haces con tu hija, y acabes recibiendo consejos completamente contradictorios de una pila de gente…. es increíble cómo todo el mundo se considera capacitado para opinar y cómo consideran que lo que ellos piensan es la realidad y punto y pelota, y lo demás son errores…. como dices, Ana, es todo un juicio popular, con opción a linchamiento en ocasiones…yo lo llevo fatal… hace poco, una amiga muy amiga empezó también en esa tesitura hasta que la corté, y su marido le dijo «es suya, puede hacer con ella lo que quiera»… dentro de un orden, claro, pero es cierto, los padres somos los que decidimos lo que nos parece mejor para los hijos…y además las consecuencias serán para nosotros, así que….
En un libro interesante, «un año para toda la vida» sobre el primer año de vida, la autora analiza esa actitud de la gente y considera que puede deberse a la envidia que despierta una pareja tan unida y tan especial como es una madre y su bebé…
Y en cuanto a lo de la teta… tengo amigos que la ensalzan a las alturas, yo le doy lactancia materna a Martina y quiero seguir haciéndolo hasta los 6 meses al menos, pero soy perfectamente consciente de las molestias que te ocasiona (como para no!), y me molesta la gente, sobre todo los padres chicos que te dicen «es comodísimo!!» sí, sobre todo para ti, que ni te despiertas ni haces nada… la teta es muy cómoda para algunas cosas, pero para otras (despertares nocturnos, dependencia exclusiva de ti, mayor frecuencia de tomas), no lo es nada… sin embargo yo lo hago porque creo que es lo mejor para ella. . y eso es todo lo que podemos hacer por nuestros hijos, que no es poco, darles lo que consideramos más importante, y como dice Ana, amor, cuidados y seguridad…
Izaskun, me parece muy interesante lo que citas del libro «Un año para toda la vida». Celos… ¡buena hipótesis! Por cierto, ¿qué tal el libro? ¿Lo recomiendas? ¡Mua!
Estoy con vosotras en todo, como para no estarlo! Veo que es general lo de los comentarios que le llegan por vía externa a una madre, sobre todo, a una madre primeriza.
Yo, por ejemplo, con mi suegra me llevo muy bien, pero… Antes de dar a luz, cuando le comentaba mis planes de dar el pecho a mi bebé hasta que alguno de los dos se cansara, no paraba de repetirme que ella solo les dio a sus dos hijos hasta los dos meses y que luego vio que se quedaban con hambre (:O) y pasó a la leche de fórmula. Conclusión: Como su nieto iba a ser hijo de su hijo, Erik sería un bebé tragoncete y tendría que hacer algo parecido. Vamos, como si la leche materna no fuera suficiente para alimentar a un bebé. Solo tenemos que ver lo desnutridos que han estado siempre bebés como el pobre Ian y la esmirriada de Emma :DDDDDDD, por poner algún ejemplo cercano. ¡Ole por vosotras, chicas!
A los tres meses ya me decía que a ver cuándo empezaba con las papillas (hemos empezado con algo de cereal a los cinco meses) porque su pobrecito nieto tenía que empezar a probar sabores nuevos. Recuerdo una tarde de verano que tuve que repetirle hasta mosquearme un poco que ni se le ocurriera darle una cucharadita del helado que se estaba comiendo ella… Por este mismo motivo, y para que cogiera de una vez por todas el chupete, hasta hace nada no paraba de decirme que lo que tenía que hacer era untarle el tete con un poco de leche merengada o similar para que así lo cogiera… ¿Cómooooooo?!!!!!!! Ni loca!!!! Que no lo quiere, pues que no lo coja. Que no será ni el primer bebé ni el último.
En fin… que será ley de vida. Habrá que vernos a nosotras dentro de 30 años, jejeje
Completamente de acuerdo, chicas! Ay gente tan pesada!!
Sí, lo recomiendo por varios motivos… me resulta interesantes, porque intenta ser una aproximación más profunda al bebé, a su mundo emocional, y también porque tiene pocas páginas, lo cual cuando no tienes tiempo para nada, se agradece, no da pereza cogerlo… La autora es Mariela Michelena, y la editorial Temas de Hoy
¡Oído cocina! La sección de puericultura de la librería se ha convertido en mi favorita, así que algún día caerá… ¡Gracias, Izaskun!
A mandar!!!