Los gatos y los niños
Como ella misma dice, Emma tiene muchos amigos. Y uno de los mejores es Katul. Todos en casa tenemos predilección por este gatito atigrado que es más bueno que el pan. Después de desayunar, Emma va a buscarlo al almacén y lo aúpa, lo mece como a un bebé y lo eleva. Katul ha aprendido a no quejarse, sabe que con Emma lleva las de perder. Cierto es que cuando Emma lo atosiga durante mucho tiempo, pongamos una hora, el gatito se escapa de las garras de mi fiera como buenamente puede y saca sus uñas. No le riño, ¡faltaría más! A Emma sí le digo: «Katul quiere irse, si tú no le dejas, al final te hace daño. Tienes que escucharle». Y luego luce orgullosa su nuevo arañazo, como si de una herida de guerra se tratara. Así que a todas las madres primerizas y experimentadas, si estáis considerando la posibilidad de ampliar la familia con un precioso gato, no lo dudéis (y pedidme un ejemplar, que seguro que Kira vuelve a estar preñada). Un animal se puede convertir en el mejor amigo de vuestro hijo y los niños creo que aprenden un montón de esa bonita amistad. De hecho, estoy pensando en hacerle una propuesta (si previamente maridín la acepta) a Emma: «¿Prefieres dormir en nuestra habitación con mamá o aita o en la tuya con Katul?». ¿Qué creéis que contestaría? ¡Feliz fin de semana!

¡Qué bien tenerte de vuelta! Te echábamos de menos. Los animales son estupendas para los niños, ¿qué voy a decir yo? Me alegro que sean tan amigos y Emma y tú aceptéis los arañazos.
Gracias, Lucía!
Un besazo!
me encanta Katul! qué majete se le ve (y paciente!)
no le hagas la pregunta esa a emma, que lleváis las de perder, lo veo claro ^^
Qué entiendes por perder? Porque recuperar el dormitorio es ganar! 😉
Muas!!!