La psicomotricidad como vértice educativo
Una de mis amigas trabaja como educadora en una haurreskola de Vizcaya y por email me ha mandado el link de este vídeo porque dice que cada vez que en Madre Primeriza lee la palabra guardería le salen sarpullidos. En el mundo educativo, la palabra guardería se asocia a un modelo arcaico y autoritario de cuidar a los bebés y niños. En contraposición, las haurreskolas, que son las escuelas infantiles públicas del País Vasco para bebés de 0 a 2 años, tienen una línea educativa muy definida que se ajusta perfectamente a lo que explica el vídeo: una absoluta transparencia entre educadores y familias, pocas actividades dirigidas y mucho juego libre, que cambia cada 15 ó 20 minutos (las tapas y los botes, las cocinitas, los puzles, los libros, los disfraces, el patio, bailar, los juguetes con ruedas y, sobre todo y en nuestro caso, el aula de psicomotricidad). En el caserío, cada día llevo a Emma en coche a la haurreskola, donde he estado presente en prácticamente todo el periodo de adaptación (sí, es una lata, pero a Emma le ha venido muy bien). Es decir, estaba con ella, junto con sus educadoras y compañeros. De mi observación en la escuela puedo explicaros que lo que más les gusta a Emma y a sus compañeros es hacer el bruto en el aula de psicomotricidad, que es el espacio estrella del centro y donde saltan, corren, trepan, se tiran por la colchoneta-tobogán y juegan a esconderse debajo de una cuna de madera puesta boca abajo tapándose con telas. Y cada día la disposición del circuito cambia para ofrecer nuevos retos a los niños de un año. Cuando la semana pasada le expliqué a la educadora, que además es la coordinadora del centro y especialista en psicomotriciad, los avances de la fiera que había percibido en casa, ella me indicó que en términos de bebés la lectura es la siguiente: «A más psicomotricidad, mayor autoestima«. ¡Completamente de acuerdo! Y es que este mes (de los 20 a los 21 meses de edad) el control de Emma sobre sus movimientos ha avanzado muchísimo. Tanto es así que ahora sus juegos favoritos son dar vueltas a la mesa de la cocina, tanto hacia delante como caminando hacia atrás, trepar el sofá para encaramarse al alféizar de la ventana y cubrirse la cabeza con una tela y caminar a ciegas. Las dudas que albergaba antes de llevar a Emma a la haurreskola se han disipado tras el largo periodo de adaptación y ver cómo ahora la fiera va encantada a la escuela infantil, donde ha encontrado compinches con los que hacer el burro a tope y un equipo educativo tan fantástico como el que dejamos atrás en Bilbao, en la escuela infantil Dolaretxe (por cierto, Dolaretxe también tiene un proyecto educativo similar al de las haurreskolas y es tan tranparente como ellas, a pesar de ser un centro privado, ¡por eso la escogimos!).
En la imagen, Emma subida a su moto, con la que ya se embala cuesta abajo.

Me alegro muchísimo de que Emma esté contenta en la haurreskola. Por cierto, el video me ha encantado.
¡Sí! La rutina en el aula es un poco diferente a la de Dolaretxe (a pesar de que el proyecto educativo es similar, pero claro está que cada centro tiene sus peculiaridades) y las instalaciones de la haurreskola son mucho peores (hay un proyecto precioso en el tintero, pero me imagino que hasta que no haya pasta en las arcas públicas éste no se ejecutará). Pero ahora sé que, al menos a mi juicio, ambos proyectos educativos son excelentes y que lo más importante de cualquier escuela infantil es el equipo humano, que está por encima de unas instalaciones un poco pobres. Ahora bien, aunque yo también estoy adaptada a la nueva escuela infantil y ya he superado mis miedos y reticenicas iniciales y Emma ya tiene tres compis de su misma cuerda, creo que sigue echando mucho de menos a Ian, Erik y Marc. El cariño que se tienen los niños es insustituible. ¡Ah! Y como ya va más a gusto a la haurreskola, Emma ha dejado de decir Laia-laia (Olaia, el nombre de su educadora en Dolaretxe). ¡Madre mía lo que le ha costado! ¡Cómo la quería! Y qué pequeño se me hacía el corazón cuando la oía decir Laia-laia cuando veía la mano de Olaia estampada en el mural de despedida que le hicieron… Buf!!! Vamos, que las dos hemos necesitado un largo periodo de adaptación… ¡Quién me lo iba a decir! Pensaba que ya había superado esos miedos…
Gracias, mil gracias Gess! estoy deseando ir a veros…
eskerrik asko!
Gracias a ti por corregirme, preciosa!!! El vídeo me ha encantado y creo que, como madre, te hace reflexionar mucho tanto sobre qué esperar de un centro como de tu bebé.
Muas!!!
Yo también estoy encantada con la haurreskola de Markel, además es nueva (es el segundo año), las andereños son encantadoras y cuentan que en psicomotricidad se lo pasan pipa. Markel está encantado, le noto mucho más independiente, veo que hace cosas que yo no le he enseñado (también aprende las malas, obviamente, como pegar…) Y yo estoy requete encantada, porque él disfruta, sale agotado porque no para en las 4 horas que va y yo puedo hacer ‘mis labores’ jajaja.
Me alegro un montón que Emma se haya adaptado bien a la nueva haurreskola! Un besote!
Juguetes para niños de dos años
[…] de Emma y yo pierdo las horas en Amazon pensando a qué juegan los niños de dos años. En la haurreskola me dicen que lo que más le gusta a la fiera es el juego simbólico: le encanta ponerle el babero a […]
https://www.change.org/p/departamento-de-educaci%C3%B3n-pol%C3%ADtica-ling%C3%BC%C3%ADstica-y-cultura-del-gobierno-vasco-eudel-asociaci%C3%B3n-de-municipios-vascos-consorcio-haurreskolak-no-al-cambio-de-andere%C3%B1os-durante-el-curso-escolar?recruiter=338200411&utm_source=share_petition&utm_medium=copylink