Salud infantil
Como Emma gateará en breve, nuestros cuidados higiénicos van relajándose de forma intencionada. Cuando un juguete caía al suelo, antes iba directamente al bolso para ser escrupulosamente lavado en casa con agua y jabón. Ahora se tiene que caer hasta tres veces como mínimo para ponerse en la cola del fregadero. Del suelo pasa por mi ropa, donde le quito algo de suciedad, y de ahí a su boca. Desde los dos meses y medio, Emma explora el mundo bocado a bocado. Cuando incorpore toda la suciedad del suelo (de casa, del parque, de la calle), los gérmenes inundarán su sistema inmunológico. ¿Enfermará? Supongo. Para evitar que ese gran paso llegue sin transición, vamos introduciendo algo de suciedad a su vida. Sin embargo, hay cosas de madre primeriza que sigo sin perdonar: cuando llegamos de la calle, antes de sacarla del carro, me lavo bien las manos con agua caliente y jabón. Procuro no tocar las barras del transporte público y los pomos de las puertas, donde probablemente más gérmenes se acumulen. Y cuando Emma parece quererse llevarse las manos de los familiares a la boca, se lo impido. Quizá sea una manía, pero para evitar la transmisión de enfermedades y resfriados, la medida básica de higiene es un correcto y constante lavado de manos. Mi marido también es un forofo de la limpieza de manos y, en mi libro de cabecera, “Qué se puede esperar el primer año”, así lo aconsejan. En lo que no transigimos es en darle objetos cotidianos fabricados posiblemente con sustancias tóxicas, como lo son muchos objetos de plástico (probé mi estuche de las gafas de sol y, tal y como sugería mi marido, tiene un regusto químico que asusta) y maderas pintadas con acrílicos (como algunas sillas de restaurantes). ¿Y vosotras? ¿Cuál es vuestro límite?
En la foto, mi marido lavándose las manos.

Yo soy bastante «gitana» para estas cosas y un poco feliciana con lo de los pomos y demás… pero en cambio sí me preocupa el contacto directo con el suelo cuando gatee… habrá que extremar los cuidados de limpieza en casa!
Yo, desde que Erik va a la guarde, he dejado de ser tan escrupulosa con la limpieza. He comprendido que, por mucho que me esfuerce yo, en la guarde va a coger cosas tiradas por el suelo, cosas chupadas por otros bebés con sus correspondientes babas y gérmenes, y virus. Que vamos, que he empezado a ser mucho más natural. Se enfermará, se inmunizará… lo normal.
Eso sí, lo que todavía no he podido dejar de hacer es esterilizar los biberones, los botecitos donde almaceno mi leche, el sacaleches… vamos, todo lo que tiene que ver con su alimentación. El resto, se escapa de mis manos.
Una anécdota: Este fin de semana Rubén y yo hemos estado sufriendo los síntomas de una gastroenteritis breve pero muy muy intensa . Y eso que yo no sufría una desde que era una adolescente, hace ya muchos años 🙂 Mi mayor miedo; que Erik se contagiara. Pero no lo ha hecho. Todavía no salgo de mi asombro. ¿Habrá sido gracias a la vacuna del Rotavirus? Lo dudo, porque según me aseguró la pediatra, esta vacuna cubre la cepa del virus del mismo nombre que es un tipo de gastroenteritis muy fuerte y que dura como una semana. ¿Será leche materna?, ¿O es que Erik se nos está inmunizando con tanto virus que andará a sus anchas por la guardería?
Mónica, creo que ya nos podemos ir acostumbrando… Por lo que veo en otros padres, no sólo enferman los niños, sino que también los adultos y, muchas veces, ¡con mayor intensidad! ¡¡¡Muas!!!
¡je,je!! Cada una tiene sus cosas… Yo no esterilizo los biberones (los lavo con agua muy caliente y jabón), ni pienso en los pomos de las puertas o las barras del transporte público. Pero me cuesta darle el chupete sin lavarlo, cuando se cae al suelo.
¡Uf! Es que el chupete a la boca directamente del suelo sería muy hevy… En un juguete la suciedad parece que quede más diseminada, ¡o al menos eso quiero creer! Acerca de los biberones, yo tampoco los esterilizaría, aunque como tú los lavaría con agua muy caliente y jabón. Desgraciadamente, seguimos sin utilizarlos. ¡Ains!