Descubriendo tesoros
Son días extraños en casa. La niña está en huelga de parque. Le enseño la chaqueta y ella se hace la loca. Entiende perfectamente el ritual: «Emma, ¿vamos al parque? Ven, que te pongo la chaqueta». Ella me da la espalda y sigue jugando con sus juguetes. Un día la forcé y bajó las escaleras (cinco pisos) llorando, continuó mostrando su malestar en el portal y se negó a subir al carro. «Ok, Emma, subimos a casa». Desde ese día, si no quiere ponerse la chaqueta, no salimos. Aunque hoy la hemos engañado y hemos ido los tres directos al parque desde la guardería. Cuando el tobogán está vacío, lo disfruta más. Con niños, se queda alrededor de su silla de paseo rebuscando en el cesto y jugando ensimismada a abrir y tapar un botellín de agua. ¿Su última obsesión? Ir a la hierba del parterre de al lado de la tela asfáltica, que es grande pero está lleno de pis y caca de perro. Durante meses se lo prohibí; ahora ya me da igual. ¿Que quiere amasar la tierra de los ciclámenes? No hay problema. Y es que además de considerar el parque aburrido y repetitivo (independientemente de a cuál vayamos), Emma ha descubierto que nuestra casa tiene muchos secretos por descubrir: el cajón de las camisetas de mamá, el bote de las horquillas del pelo, la caja de los CD, la caja de las pinzas de la ropa… Así nos pasamos las tardes, descubriendo nuestro doméstico y pequeño mundo. Y tapando y abriendo botellas.
En la imagen, Emma a lo suyo tras preguntarle si bajábamos al parque.

Yo pienso que estamos – los enanos, me refiero- todavía en una edad muy mala. Necesitan salir de casa, cuando hace bueno, pero en la silla se agobian y en el parque con mucho niño también. Creo que los parques son estupendos – y super necesarios- sobre todo cuando los niños corretean de un lado para otro y se desfogan. Nosotros, últimamente, tampoco hemos ido mucho y es verdad que Erik disfruta mucho más en casa descubriendo mundo a su altura. Ahora le ha dado por abrir y cerrar puertas (cuando están entre abiertas, claro) y cajones. Eso sí, tengo que estar con mil ojos porque, abrir, los abre bien pero mi pobrecín, siempre cierra los cajones con los deditos bien metidos en la parte de dentro, y con la puerta ya se ha pillado varias veces…
¡Ay, pobre! Lo de las puertas a mi me pone el corazón en un puño… ¡Un beso!
Ian lleva un par de dias muy mimoso, quiere estar en brazos todo el rato, está más serio de lo habitual… Creo que son los dientes. El pobre tiene la encia superior inflamada y llora almoerder el pan o una galleta. Hoy nosotros también nos hemos quedado en casa. Por cierto, hemos descubierto que el efferalgan pediatrico sabe a vainilla.
Llegarán días con mejor tiempo en el que quieran parque.
¡Un beso a todas!