Niños, lluvia y pasteles
¡Hogar, dulce hogar! No hay nada como alejarse un poco de casa para saborear los placeres, a veces escondidos, de lo cotidiano. Todavía con la maleta sin deshacer, pero con una lavadora en marcha, me he puesto a repasar las fotos que hemos sacado estas Navidades en Alemania. Viajar a otro país sumergiéndote en la vida de sus habitantes es un choque cultural constante. ¿Os lo cuento? El pasado 23 de noviembre, Emma, mi marido misterioso (sigue sin querer salir en las fotos de este blog) y yo nos subimos en un avión de Air Berlin rumbo a Alemania. Cuando cruzas los Alpes, automáticamente te sumerges en un espeso manto de nubes que cubre el país germano a lo ancho y largo. Siempre ocurre igual, pero nunca antes, hasta este viaje, había entendido del todo porqué los alemanes acuden en masa a Mallorca buscando sol y calor.
Mis suegros viven en un pueblo de más de 20.000 habitantes en el Norte de Wesfatlia, justo antes de empezar una región montañosa. Cada nube espesa y preñada de agua que bordea su pueblo, revienta en miles y miles de gotas de lluvia. Todos los días llovió, a casi todas horas. Llovió tanto que ni siquiera bajé al pueblo; sólo un día dimos un paseo por el barrio, donde pude volver a comprobar que los alemanes tienen unas casas estupendas. Regias, nobles, acogedoras, espaciosas. ¡Qué remedio! Se pasan los días dentro… Y todos en el pueblo tienen su jardín, con toboganes de madera si hay niños en casa.
El primer fin de semana, lo pasamos con mis suegros y también el hermano de mi marido y su familia. Tienen un niño de seis años que hizo reír a Emma y a todos nosotros hasta dejarnos baldados. Paul, que así se llama, tiene esa magia especial de los hermanos mayores que han cuidado a bebés y saben cómo hacerles feliz. La niña, de dos años, está en esa etapa difícil de mamitis galopante y rabietas a tutiplén. Mi marido y yo llegamos a la conclusión de que su presencia ha resultado una mala influencia para Emma, que no discrimina y copia todo lo bueno y también lo malo. Los regalos en Alemania se entregan en la tarde del 24 de diciembre. «¡Uy ! Mamá se ha dejado algo en el coche. ¡Vamos a buscarlo!», dicen, por ejemplo, las madres llevándose a los niños al garaje. Y cuando vuelven al salón, tatachín, tatachán, debajo del árbol están los regalos. «¡Santa ha venido! ¡Santa Claus ha venido!», sonríen alegres los niños mientras empiezan a abrir los paquetes. Después, los adultos cenan y los niños pican algo y vuelven a jugar. Perfecto. En casa de mis suegros había un abeto tan alto como el techo del salón. Emma cogió una rama, tiró de ella y el abeto casi toca el suelo. Menos mal que la que escribe cada día es más rápida y logró parar a tiempo la caída del árbol mientras no podía dejar de reír, mientras la familia observaba el espectáculo ojiplática. Mi suegro, el pobre, recolocó aquello como pudo mientras yo iba escondiendo las peligrosas bolas decorativas que habían rodado por la moqueta (y debajo, calefacción radial, ¡qué delicia!).
Después de dejarles una anécdota para contar en los años venideros -«¿Os acordáis de cuando Emma tenía sólo nueve meses y tiró el árbol de Navidad? ¡Jua, jua, jua!»-, cogimos rumbo hacia el norte para visitar a la abuela de mi marido. Verla y despedirnos de ella ha sido lo más duro del viaje. Tiene cáncer y la metástasis la está dejando en los huesos, mientras el tumor crece y crece y se nota incluso debajo de la ropa. Me alegra mucho haberle presentado a Emma. Desgraciadamente, mi abuela no la llegó a conocer, y le habría encantado. Anette, que así se llama la bisabuela frisona de Emma, vive al lado de su hijo menor, que tiene un niño de once años y unas mellizas de seis. ¡Qué cansada terminaba Emma sólo con observarles! Sus primos son unos niños felices, simpáticos y muy bien educados que siempre están jugando, corriendo y abalanzándose los unos sobre los otros. Muy buena influencia. Por nuestro periplo de casa en casa, allá donde llegábamos éramos invitados a comer. Daba igual la hora que fuera, que siempre había té con tarta de manzana y crema o tortitas esperándonos. ¿Habéis comido alguna vez tortitas con mermelada a las 13.30 horas? Los alemanes me matan con sus costumbres gastronómicas. Desayunan pan con mantequilla y embutido y mermelada, además de huevos escalfados. Si no eres intolerante a la lactosa (yo lo soy), también comen mucho queso, mucho yogur y acompañan los grandes tazones de café con leche. Una noche, desesperada de tanto pan, embutido, mantequilla, mermelada, tartas y té, le pedía a mi suegra una sopa de verduras. He de decir que tan estricto y extraño regimen me ha quitado medio quilo de encima. ¡Bien!
En el norte, por cierto, apenas llovió. Allí las casas son de ladrillo rojo, todas tienen su jardín y están de moda las placas solares, sobre todo en los tejados de las granjas. Hace años, la región invirtió en I+D de energía eólica. Ahora su industria, poca pero potente, es pionera en Europa en la construcción de molinos de viento, que acompañan al conductor en su viaje por las atopistas. La industria de los molinos y la Volgswagen pagan sus impuestos (muchos, muchos, muchos) en la provincia, que apenas tiene paro y disfruta de guarderías gratuitas para todos, por ejemplo. Un tema crucial en la vida de todo alemán es el coche. Das Auto, como diría el anuncio. El de mi suegro es azul, nuevo, confortable, espacioso, huele bien y tiene seis marchas, más la de atrás. Él mete la sexta y de 150 kilómetros por hora no baja, si puede. Y puede. Es cierto que en las autopistas alemanas no hay límite de velocidad. A veces los coches te adelantan silbando (van a 200, no es broma). Emma no tiene problemas para viajar en avión, pero lleva bastante mal los trayectos sobre cuatro ruedas. Siempre nos desplazábamos a la hora de su siesta, pero inevitablemente acababa llorando. Al malestar de permanecer quieta y atada en la silla de seguridad se juntó el dolor de boca. Y diréis: «Qué pesada. Ya está Gessamí justificando a Emma con la excusa de los dientes». ¡Ja! La niña despidió 2011 con dos más. Y a punto de romper la encía está el tercero. Qué guapa estará con dos palas y dos colmillos, aunque uno sobresaldrá mucho más que el otro… Draculín ha tenido unos días duros, con las mejillas, la barbilla e incluso el cuello al rojo vivo y con granitos debido a la dentición.
El día de fin de año (de San Silvestre, para los alemanes), el colmillo que le faltaba y la primera pala le rompieron la encía, liberándola de buena parte del dolor que había sentido. ¡Se volvió loca! Empezó a corretear de aquí para allá, jugando todo lo que no había podido jugar horas antes (por la mañana le subió la fiebre) y se quedó despierta hasta las diez de la noche. No brindó con nosotros con las campanadas, pero todos nosotros brindamos por ella. ¡Feliz 2012! Mis mejores deseos para todas vosotras y, especialmente, para vuestros pequeños. Que crezcan sanos y felices. Besos.
En las imágenes, Paul y Emma, un barrio de la región donde viven mis suegros, tres casas de la zona, el abeto siniestrado junto con los niños y mi misterioso marido, la panadería donde desayunábamos en el Norte de Alemania y la cena de fin de año, brindando con mis suegros con vino tinto de la Ribera del Duero.

¡Feliz año a todas!
Qué fotos más chulas, Gessamí.
Tengo a Erik echando su mini siesta de antes de irnos para la guarde y no me he podido resistir -yo también con un par de maletas por deshacer- a mirar si ya había algún post. ¡Tú nunca fallas, jeje!
Y hablando de dientes… ¡Tachán, tachán! Erik ha empezado en nuevo año con 4, sí, 4, nuevos dientes!!!! Las dos paletas de abajo bien saliditas más otro diente y una paleta de arriba! Increíble pero cierto, cuatro en una semana, si me lo cuentan no me lo creo. El pobre lo ha pasado un poco mal, pero solo un poco, teniendo en cuenta que rechaza tanto el paracetamol como el Ibuprofeno, no le he visto que sufriera tantísimo, desde luego no como cuatro dientes juntos, aunque el tema comida sí se ha resentido.
A ver cómo se nos dan los siguientes.
Unm besazo a todas y feliz primer día de Emma en la guarde!!!!
¡Qué buena pinta las vacaciones germanas! Nosotros vamos a pasarnos hoy todo el día preparando maletas, que nos vamos dos semanitas,…
Mónica, cuantro dientes juntos, ¡qué campeón esta hecho Erik!
A Ian le ha salido su primer diente justo antes de cumplir los diez meses. Tampoco quiere tomar paracetamol ni dalsy, pero no lo ha pasado tan mal, o eso creo yo.
¡Un beso enorme y feliz año a todas!!!!
Feliz año nuevo!!!! Qué bonitas fotos y qué chula tu crónica, Gessamí!!!
Mónica, 4 dientes???? Madre mía!!! A Álvaro le salieron dos y de regalo una otitis que le dolía….Nunca le he visto llorar tanto!! Así que (muy a mi pesar) le tuvimos que dar antibiótico y se le pasó inmediatamente!
Amaia, buen viaje!!!!! Disfrutad de estas dos semanas!!!
Urte berri on! joe, Markel no tiene ni un piño todavía! claro, se los han puesto todos a Erik, jijiji. Eso si, seguimos con mocos…pero sin fiebre! y digo seguimos porque yo también tengo, jaja, compartir es amar…
Muy chulas las fotos y las anécdotas navideñas. Un besote a todas!
Uy, Eva, tranquila que todo llega. Yo no tenía ninguna prisa y ya ves, taza y media. Je, jeeeeee!
Mua!
Cuidaros esos moquetes!
Benvinguts a casa!
¡Gràcies, bonica! Mónica, menudo campeón está hecho Erik. O no… Lo de los dientes es un mundo y cada persona reacciona de manera diferente. En cualquier caso, es una suerte para ti y, sobre todo para él, que no haya tenido muchas molestias con tanta dentición de golpe. ¡Os envidio de verdad! Ana, no me extraña nada lo de la otitis… Eva, cuidaros mucho de esos mocos. A Emma no le abandonaban y le fue de maravilla la homeopatía. En tres días, ¡adiós mocos! También le solucionó su problema de estreñimiento en una semana, cosa que no había conseguido la Eupeptina, así que ahora soy fan declarada de las bolitas. Amaia, ¡disfruta de las vacaciones! Y a todas, todas, ¡un besazo!
Sobre la Homeopatía quería yo hablar! Estas Navidades he encontrado un medicamento homeopático para que los niños duerman bien (kindival, creo que se llama). También ví otro que es para reforzar su sistema inmune, alguien ha probado algo de esto???
Ana, compré el Kindival en verano, cuando estaba desesperada y en Castellón, con Emma mamando cada dos horas y costándole mucho conciliar el sueño. Pero nunca se lo llegué a dar, ya que el prospecto dice que es para bebés de más de un año y que aconsejan tomarlo mientras se cambian los hábitos de sueño. Emma tenía seis meses y no íbamos a cambiar las pautas cuando no estábamos ni en nuestra propia casa, así que, no me atreví a dárselo. Ahora tampoco he pensado en dárselo porque por fin se duerme rápido. A la teta, pero rápido, aunque pide más al de poco, pero bueno. Pero no lo descarto para más tarde, cuando se haya acostumbrado a la guardería, cuando cumpla un año y cuando decidamos sacarla de nuestra cama. Sobre reforzar el sistema inmune, a mi me fue bien cuando tuve una temporada con cistitis recurrente. SI el niño está bajito, pues tú verás… pero no creo que a Álvaro le falten defensas si sigue con el pecho y en casa. Hay gente que no cree en la homeopatía. Yo sí creo, por eso considero que hay que tomarla cuando es necesaria. Así que, tú mejor que nadie sabrás qué necesita tu pequeño. ¡Menuda chapa te he metido! Hala, un besito.
De chapa nada, Gessamí!!!!! Me encanta «oir» tus opiniones! Lo de las defensas no era para ahora, pero he pensado que para cuando vaya a la guardería, a lo mejor le venía bien, aunque tome pecho…. Lo del Kindival pasaré por ahora, además ya sólo pide una vez en toda la noche (BIIEEEENNN!!!), pero lo ví y me pareció curioso…..GRACIAS!!!
¿Una vez? ¡¡¡¡Súper bien!!!! ¡Enhorabuena! Lo de las defensas yo también lo tengo en mente para esta nueva etapa… Mua!
Bienvenidas!!!Me ha encantado la crónica, me resulta muy curioso saber esas cosas que cuentas…
Martina sigue sin ningún diente, ni gatea ni ná… ella a su ritmo!! Eso sí, nos cogió una herpangina(yo ni sabía lo que era), que son unas anginas de origen vírico… pero la pediatra nos dijo que podía derivar en meningitis, menudo susto!!! afortunadamente no pasó y ahora está estupenda después de casi una semana sin comer, a la pobre le dolía la garganta… menos mal que aún le daba teta de postre, y se convirtió otra vez en el alimento principal, porque rechazaba todo lo demás… Muxus!
perder peso después del parto
[…] meriendas. ¿Las cenas? A esa hora ya estoy tan cansada que no me queda ni hambre. En fin, que en Navidades perdí peso incluso alimentándome exclusivamente de pan, mantequilla y tartas (dieta alemana […]
Primeros dibujos del bebé
[…] nuestro viaje a Alemania las pasadas Navidades, le regalamos a Emma unas ceras de colores cien por cien naturales de la marca Stockmar. Entonces […]