Diferencias culturales
Siguiendo con los vídeos de Berlin, aquí os dejo éste sobre la crianza en Alemania. Lo que más me ha llamado la atención sobre cómo atienden a los niños, bien sean madres, padres o educadores de guarderías, es que les susurran todo el tiempo: cuando hacen las cosas bien, cuando las hacen mal, en situaciones de potencial peligro, etc. ¿No os ha pasado nunca ir por la calle y escuchar a un extranjero hablar en su lengua materna a un volumen alto? Eso es exactamente lo que deben pensar los alemanes de nosotros: somos unos gritones. Y eso que no conocen los programas que emite Tele 5… Pero en el vídeo de hoy no hablo sobre ello, sino sobre de cómo dejan a los niños a su aire, algo que ya he comentado varias veces y que me sigue fascinando. Claro que ellos pueden. ¿Cómo hacerlo en un parque infantil como los nuestros? Ocupa un pequeño espacio al mismo nivel que la calle (en vez de estar en fosos, por ejemplo), a veces no están vallados y los toboganes no son sencillos. Y cuanto más sofisticados son, más recovecos por donde caerse. ¡Ah! En Berlin también he entendido el sentido de tener una bolsa de maternidad con comportamientos impermeables para las mudas. Como veréis, Emma acaba completamente empapada.

Lo del tobogan y todos los padres alrededor me ha hecho mucha gracia. ¡Totalmente cierto!
¡Como me gusta esa fuente!!
¿Susurros en situaciones de potencial peligro? Uy,uy,uy,uy… 🙂
Estoy con Amaia: La fuente es una chulada. Y a Emma se la ve encantada con su cubito. Se ha convertido en una experta transportadora de agua. ¡Qué majetona!
Sí, maja, yo allí daba un cante increíble: siempre pendiente, hablando alto («¡Emma, cuidado!»), etc. Ya sabes… Os aseguro que no tiene nada que ver cómo se relacionan los padres con sus hijos. Y creo que eso influye absolutamente en el desarrollo emocional, no sólo físico e intelectual, de los niños. Los alemanes son más desapegados con su propia familia, pero también mucho más independientes y no conciben vivir con sus padres pasados los veinte años (creo que sus veinte es la edad tope para los chavales, como nuestros treinta aquí…). Te aseguro que después de este viaje entiendo muchas mejor los rasgos generales de la sociedad alemana. O al menos intuyo de dónde vienen…
Me encantan los vídeos Gessamí y los temas que estás tratando. Para mí sería imposible susurrarle a Markel, siempre ando detrás de él (y cuando le quiero dejar a su aire es él el que me busca y me coge la mano para que le acompañe). Yo también daría la nota, jeje.
Vaya parques, qué envidia. Me ha recordado a mi infancia cuando jugaba en el pueblo, en un riachuelo, con piedras, tierra, hierba…y me acuerdo de mi hermano jugando en un montón de arena, construyendo caminos, túneles…¡claramente un ingeniero y exáctamente lo que es ahora!
Gracias preciosa!!!
Tercer intento… Llevo varios dias de comentarios frustrados que se pierden justo en el momento de darle al » post comment»….
Está muy bien poder ver vuestro viaje a Berlín «en directo», y sobretodo ver unas vacaciones y una ciudad como Berlin desde nuestro nuevo punto de vista. Los parques son geniales, pero yo tambien he sufrido viendo a Emma encaramada a la fuente-puente transportando el agua de un lado al otro. Está guapísima!
Realmente somos muy distintos y el apego familiar marca una gran diferencia. Os imagináis dejando a vuestros bebés en la calle a nosecuantos bajo cero mientras os tomáis un café tranquilamente en la cafeteria? Lo recuerdo de algun Españoles en el mundo de algún país nórdico y aquí lo veo imposible!!!
Un besazo!
Maite, ¡cuánto lo siento! ¡Espero que no vuelva a suceder!
Españoles en el mundo es uno de mis programas favoritos. En este post de A cup of Jo explica lo que dices. Para las que no sepáis a que nos estamos refiriendo se trata de una costumbre de las madres de Dinamarca (supongo que en otros países nórdicos también harán lo mismo). En pleno invierno, cuando entran a una cafetería o tienda, dejan los carritos fuera con los bebés durmiendo. A mi también me chocó muchísimo, pero luego pensé ¡qué buena idea! ¿Os imagináis el choque térmico de la calle al interior del café? ¿Quince, veinte grados? Si entraran con los pequeños tendrían que destaparlos y desvertirles un poco, por lo que probablemente se despertarían… ¡Y qué ciudades más seguras! La verdad es que no me imagino eso haciendo en Bilbao. Cuando entro al cajero dejo el carro fuera y frenado con Emma mirándome y yo sin perderla de vista ni un segundo todo el rato…