Cuidados de la madre
Cuando mi marido y yo decidimos casarnos, empezamos un largo periplo por las administraciones españolas y alemanas que degeneró, en mi caso, en una fobia hacia los trámites burocráticos. A todos aquellos funcionarios del registro civil, que tanto nos marearon, les debo ahora un definitivo e inquietante cambio de posiciones en el ránquing de cosas que no me gustan pero debo hacer. A saber: trámites administrativos, visita anual con el ginécologo y dentista. Antes de casarnos, la lista era la siguiente: dentista en primer puesto, seguido del ginecólogo y, en tercer lugar pero todavía en el pódium, la administración. Desde agosto, notaba que una muela me molestaba. Busqué odontólogo en Benicarló, aun sin dolerme de verdad, pero como no me dieron cita y me fui a Castelló, lo pospuse para otoño. Una vez de vuelta a Bilbao, las molestias se incrementaron. Cogí hora, me echaron un ojo y me dieron citas y diagnóstico: reconstrucción dental y limpieza de boca. Es decir, una caries grande y sarro acumulado. Mientras me revisaba, le decía al dentista: “¿Seguro que sólo una? Porque también me duele en el otro lado”. “Que no, que sólo tienes una caries”. “¡Yuhu!”, pensé aliviada. Ya lo dice el sabio refranero popular: un embarazo, un diente. Ay, estos bebés, que nos chupan hasta el calcio de la boca. La anestesia dental no interfiere en la lactancia, aunque te aconsejan dar el pecho antes. Tanto es así que para la siguiente cita, cuando tocaba carnicería, le pregunté a la higienista: “¿No podrías ponerme anestesia tópica? Es que soy muy sensible…”. Mano de santo, señoras. Fue una limpieza casi indolora a pesar de que la sangre fluía constantemente. Una de las consecuencias de los cambios hormonales es un aumento de la sensibilidad bucal, acompañado de inflamación de las encías y sangrado. Durante el embarazo, me enjuagaba con un colutorio de la marca Lacer que me fue muy bien. Después del parto, pensé que podía guardarlo al fondo del armario. Craso error. Ya lo tengo otra vez siempre a mano.
En la imagen, mi madre y yo observando a Emma cómo sube las escaleras del tobogán. ¡Las sube todas!

buff…el dentista…para después de fiestas…y de la cuesta de enero, jajaja!
Pues yo un embarazo, dos dientes… cuando estaba de siete meses me detectaron una caries, pero con el lío que tenía, me dijeron que no había problema en tratarla después… fui hace un mes, y me la hicieron rápidamente y de propina me encontraron otra que también me hicieron.. me tuve que llevar a Martina y aunque al principio muy bien, nos veáis luego qué lloros, inconsolable al dejar de verme porque estaba tumbada y con el torno en la boca… pero bueno, boca en regla…
Uf, en el dentista y con la niña llorando… ¡qué panorama! Ese podría ser tema para otro post: ¿A qué sitios os habéis llevado a vuestros bebés? Emma ha estado conmigo hasta en la peluquería… Aunque busqué una en la que estuviéramos a solas y el tinte apenas contenía amoniaco, por lo que no olía a productos químicos. Ahora bien, ¡el corte fatal! ¡Un besazo a las dos y ya nos contarás, Eva, cuando vayas!
Por suerte, no tengo que ir al médico y las pocas veces que he ido (al cumplirse la cuarentena) Álvaro se ha quedado con su padre o con algún amigo que le pasea mientras me dedico a esos menesteres. En cuanto a sitios raros, lo más extraño que se me ocurre es la biblioteca (pero bueno, hay muchos niños también) y el Museo Thyssem, cuando fuimos a ver la exposición de Antonio López..y se portó fenomenal!!! Gessami, en mi barrio hay un par de peluquerías con rinconcito para niños, que tiene juguetes y demás jejeje
Ains, ¡qué envidida! Por cierto, si no me equivo, la exposición de Antonio López está ahora en el Bellas Artes de Bilbao. De hecho, estaba planeado que esta mañana mis padres iban a ir con Emma, pero ha pasado mala noche (virus intestinal, creo) y no está para tantos trotes. Qué casualidad lo de López, ¿no? Mua!!!
Pues sí!!!! Merece muchísimo la pena, así que aprovecha y vete a verla!!! Pobre Emma…Está ya mejor??? Un beso enorme!
Nosotros estuvimos el otro día en el Guggenheim, viendo la expo de Brancusi – Serra y, aunque Erik tuvo ratos de interés y otros de pasotismo (la mayoría), la experiencia fue muy buena, volveremos. La de Antonio López también la tengo pendiente (Rubén ya la ha visto). Gessamí, creo que dura hasta finales de enero. No puede escapársenos 🙂