El pequeño explorador
Cuando un bebé llega a casa, probablemente se instala en la habitación de los padres. Luego crece, descubre el mundo y, más tarde, lo explora. Emma ya se siente cómoda caminando por toda la casa buscando nuevos secretos, abriendo cada puerta, mirando dentro de todos los cajones a su alcance. Por eso el otro día la pillé con los dedos dentro de un enchufe. ¡Uf! Era el único que no teníamos tapado, ya que está al lado de la puerta de entrada y es apenas visible. Pues ya lo ha descubierto. Dado mi cara de susto y el grito que me salió, es poco probable que la niña vuelva a meter el dedo ahí. De hecho, todas las caras de susto y gritos que he proferido en los últimos meses han surtido efecto: mirad la foto. Hemos quitado un ordenador de la mesa de estudio y apartado un pesado maletín, quedando al descubierto un barullo irresistible de cables cuya visita y tirones tenía terminantemente prohibidos. Ni los tocó. Eso no quiere decir que no vayamos a poner orden y camuflarlos, ¿eh? Prevenir es curar y esa debe ser la máxima de toda madre. Aunque siempre existen diferentes versiones de los hechos. Cuando Emma empezó a gatear por toda la casa corrimos a Ikea para comprar protectores: de esquina, de puertas, de cajones, etc. Realmente, pocos hemos utilizado. Tenemos la gran suerte de que la niña es muy prudente y poco atrevida, por eso decidimos no sellar los cajones y seguir la política de prueba-error. Es decir, Emma se ha pillado los dedos ligeramente un par veces. Desde entonces, tiene un dominio bastante fino sobre cómo abrir y cerrar un cajón, un tema que me preocupaba mucho ya que los de su mueble cambiador son muy pesados y veloces. Es decir, son un corta uñas brutal. Que por cierto ahora se han convertido en uno de los juegos preferidos de la niña: sacar su ropa, meter la ropa. Abrir, cerrar. Y no pasa nada de nada. ¿Cuáles son nuestros siguientes retos? La escalada. Desde que sube y baja sola de un sillón, lo he colocado en el medio del salón para que de ahí no pueda seguir trepando por encima del radiador. Y cuando está encima del sofá, quiere subir encima de la librería, donde hay una pesada lámpara que de caerle encima le haría bastante daño. Pero mi mayor preocupación son las ventanas y el balcón. Nuestras ventanas van de suelo al techo y en verano estarán abiertas largos ratos con el mecanismo oscilobatiente. ¿Es suficientemente seguro? ¿Y el balcón? El enrejado tiene un dibujo ornamental propio de principios del siglo XX en los que hay huecos que perfectamente podría pasar y caerse desde… ¡Buf! No puedo ni escribirlo. Asegurar una casa para el bebé implica pensar bien en los peligros y, como en todo hasta ahora, en decidir qué sitios son realmente peligrosos y no ceder. Para mi, son las ventanas y balcón. Para mi marido, es la cocina. ¿Cuál es el rincón de la casa que os da más miedo? ¿El baño? ¿La cocina? ¿Qué hacéis para evitar los peligros? Nosotros lo tenemos difícil en la cocina, ya que es americana y no tiene puerta. Por eso muchas veces cuando cocino, la niña está cerca abriendo y cerrando los cajones, algo que a su padre le pone muy nervioso. Con toda la razón del mundo.
En la imagen, Emma debajo de la mesa del ordenador, rodeada de cables, con un collar (parte de una papelera de Ikea), cucharilla en la boca y felizmente dando palmas.

Yo también fui corriendo a ikea a comprar los protectores de esquina y los de los enchufes. Resulta que mis enchufes son redondos y profundillos y para sacar el protector sudamos la gota gorda, jajaja, y los de las esquinas, un fracaso, porque no los he podido poner en niguna de las esquinas más chungas, no encajan!
De todas maneras, da igual, tienen un radar para encontrar lo más peligroso…a Markel le encanta seguirme cual perrillo faldero, que estoy en la cocina, ahí que viene, que voy al baño, ya le tengo asomando por la puerta. Las habitaciones que menos me gustan obviamente son la cocina, sobre todo cuando estoy cocinando, y el baño, aparte de que se puede dar un golpe con el bidé o el wc, me parece menos higiénico para que vaya gateando, asi que si no las estamos usando, cerramos la puerta. Ah! Markel también se ha pillado los deditos con una cajonera de su habitación, por suerte, no cierra de golpe (es mobiliario para niños de ikea).
la cocina también me parece que será un lugar difícil cuando Xabi sea más grande y gatee (ya se sienta muy erguido en el suelo y en la trona… Cómo crece!). Pero los sustos pueden venir de cualquier lugar:Cuando tenía tres meses nos llevamos un susto monumental en el baño: su padre había cambiado la bombilla y había comprado una que encandilaba literalmente. Dijo que la cambiaría pero la dejó unos días antes de hacerlo. Yo entré con Xabier en brazos al baño, encendí la luz y la dejé un rato. Creo que era tan potente que el calor dilató el cristal que cubría la bombilla y explotó en mil pedazos cayendo encima nuestro. Afortunadamente ni un solo cristal nos hizo daño pero el estruendo fue tal que el pobre Xabi lloró como nunca había llorado. Y yo me llevé el susto de mi vida de mamá leona primeriza.
Mi madre cuenta que teniendo yo la edad de vuestros enanos, me salí de mi parque, abrí la puerta del piso mientras ella se duchaba y baje ocho pisos por las escaleras, de nalgas. El conserje me encontró muerta de la risa en primer piso. A partir de allí, me metía con ella al baño, sentada y atada dentro del carrito. Hay fotos muy graciosas que lo acreditan…
Uy, Eva, ya no me acordaba de cuando Emma gateaba. Entonces teníamos el baño cerrado por motivos higiénicos. Ahora entra y sale andando, pero se sienta delante del armario del lavabo y lo escudriña todo. ¿Su parte preferida? El bote de cristal (grrr) de las horquillas y ganchitos, que saca uno a uno…
Sylvia, ¡menudo susto! Menos mal que reaccionaste como una buena mamá leona protegiendo a Xabi, y también a ti, del peligro. ¡Bien!
Y sobre lo que cuenta tu madre, que por cierto me ha hecho mucha gracia imaginarte bajando a culazos ocho pisos, ya conozco a dos parejas que deben cerrar la puerta de la casa con llave porque sus hijos van directos a ella, para abrirla y bajar al parque, claro.
¡Un besazo a todas!
Sylvia, en serio???? Increible tu aventura por las escaleras!!!!
Yo con año y medio quité el protector de un enchufe y metí una pinza del pelo. Por suerte para mí los fusibles tienen un sistema de seguridad que saltan cuando se cierra el circuito…
Álvaro es muy prudente con las esquinas, así que no hemos comprado protector. Sí que hemos tapado los enchufes y fijado algunos cajones (más por nuestra comodidad que su seguridad, la verdad). La parte de la casa que más me preocupa es también la cocina, pero porque mis ventanas son desde la mitad por lo que no tengo tu problema, Gessamí. A lo mejor la solución es poner una especie de barrera, parecida a las de las escaleras, no lo sé….
Por cierto, que tu casa tiene que ser impresionantemente bonita!!!!
Uy, no te creas. Digamos que es una antigüedad destartalada pero con encanto. 😉 Con una reforma integral ganaría mucho y seguiría conservando ese halo que tienen las casas viejas de madera que tanto me gustan. Pero tenemos que esperar para que llegue ese día… 😉